ruidos

Desde que me mudé a la vieja casa en las afueras de Xalapa, mi vida ha estado llena de momentos inexplicables. La gente del pueblo me advirtió sobre los rumores que rodeaban mi nuevo hogar, pero nunca fui supersticioso. Sin embargo, lo que he experimentado aquí ha desafiado mi escepticismo.

Mi Encuentro con lo Desconocido

Era una noche particularmente silenciosa, el tipo de silencio que parece gritar en tus oídos. Me había acostumbrado a los sonidos nocturnos de la naturaleza, pero esta vez, algo era diferente. Comenzó con un susurro tan bajo que pensé que mi mente me estaba jugando una mala pasada. Ignorándolo, me sumergí en mi libro, tratando de olvidar el leve zumbido en el aire.

Pero entonces, los susurros se hicieron más fuertes, como si alguien estuviera hablando desde el otro lado de la pared. No podía entender las palabras, pero sentía su urgencia, su necesidad de ser escuchado. Me levanté, decidido a encontrar la fuente, pero a medida que me acercaba, los sonidos se desvanecían, siempre un paso por delante de mí.

La búsqueda me llevó a la biblioteca, donde el aire estaba cargado con una energía estática. Los libros en los estantes temblaban ligeramente, y de repente, un estallido de risas llenó la habitación, seguido de un silencio sepulcral. Mi corazón latía con fuerza, y una sensación de frío me recorrió la espalda.

No había nadie allí, solo yo y los ecos de una presencia que no podía ver. Desde esa noche, los ruidos paranormales se han convertido en mis compañeros constantes, susurros que me siguen de habitación en habitación, recordándome que en esta casa, nunca estoy completamente solo.

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